lunes, 18 de enero de 2016

Enero, el mes de los propósitos!


 El nuevo año trae consigo la interminable lista de objetivos que nos proponemos cumplir en el 2016. ¿Seremos capaces de cumplirla esta vez? En cierta manera, empezamos con buen pie: la ilusión y el entusiasmo después de las vacaciones de Navidad son los ingredientes perfectos para poder hacer lo que nos propongamos. Sin embargo, la cuesta de Enero “cuesta” en todas sus facetas y a mediados de mes ya estamos a medio gas y se nos han olvidado, incluso, los objetivos prioritarios: “cuidar mi salud”, “que no me duela la espalda” o “ponerme en forma”. 

¡Aprovechemos el tirón y pongámonos manos a la obra! 

Lo primero es identificar el problema. ¿Te duele la espalda ahora mismo por cómo estás sentado/a o te duele durante todo tu día?, ¿No quieres volver a sentir ese dolor en el hombro después del pádel (como te paso en el último partido)? Como sabemos, no es lo mismo prevenir que curar y tampoco es lo mismo un proceso agudo o crónico. En cualquier caso, lo primero es consultar con un profesional cualificado que pueda responder a todas tus preguntas y proponerte soluciones centradas en ti y en tu objetivo. Una vez que tengas la solución -para la que seguramente necesites tiempo (¡y motivación!) en casa (ejercicios terapéuticos, estiramientos, rutinas del sueño, etc.) y en el trabajo (colocación del mobiliario, adaptaciones posturales, manejo de los descansos, etc.)-, diseña tu estrategia

1. Resérvate un momento del día para cumplir con tus objetivos-soluciones. Intenta que ese momento siempre sea el mismo, que no haya distractores y vete aumentando la duración de este momento o las veces al día que lo realizas semana a semana. Por ejemplo, ¿sabes cómo debes estar colocado delante del ordenador? Reserva los 5 primeros minutos al llegar a la oficina y dedícalos a tu espalda mientras trabajas: al llegar colócate en la postura que sabes que es la correcta, a los cinco minutos pregúntate si sigues bien colocado y si no es así recolócate. Cuando cumplas estos 5 minutos satisfactoriamente, añade otros 5 minutos después del descanso para almorzar, después de la reunión,… 

2. Optimiza tu tiempo. Sabes lo que tienes que hacer y sabes que te sienta bien pero no tienes tiempo, ¿Seguro/a? Aprovecha los tiempos “muertos” esperando a que se haga el café o a que la ducha esté caliente para cumplir tus objetivos-soluciones que no has podido hacer en el momento que habías reservado (por ejemplo, ese estiramiento de trapecio que te han recomendado o el “pendular” que te alivia el hombro). 

3. Apunta tu resultado o evolución periódicamente. Deja un hueco en la agenda para describir cómo te ha ido: ¿has dormido mejor?, ¿te duele menos?, etc. Si eres capaz de evaluarte podrás saber si lo cumples o no, y si debes cambiar de estrategia para poder llegar a cumplirlo. Además, si cuentas con un profesional que te guía, tu diario le servirá de gran ayuda para optimizar su intervención. 

4. Alimenta la motivación. Seguramente sólo te acuerdas de tu dolor de espalda cuando te duele y ese momento ya es tarde para prevenirlo. Mantener un hábito saludable cuesta sobre todo cuando no está presente el motivo que lo causó (p.e. dolor). Así que en el momento que cumplas parcialmente un objetivo-solución prémiate (regálate una cena o un cine) y rétate a hacerlo mejor en un plazo plausible. 


Preparados, listos, ¡ya!